miércoles, 14 de septiembre de 2011

YA no soy el papá de los nenes

Ayer fue uno de esos días en los que te das cuenta de cómo aquellas cosas que creías que seguían en pie, se han ido desmoronando, poco a poco, se han marchado de tu vida, así sin avisar, y de un día a otro, te pones a pensar y eres consciente de todo lo que ya no tienes, de cómo esas pequeñas cosas que antes te alegraban y animaban, ya no están, ya no te acompañan, han ido cambiando, pero no evolucionando..  
No obstante, también fue un día en los que eres consciente de que otras muchas cosas seguirán permaneciendo contigo, acompañándote, esas cosas que de momento y que para siempre serán inmutables, como un café por la noche, como un desayuno en la tarde e incluso un beso de buenas noches por la mañana. De un día a otro decides pensar más de la cuenta y, decides poner en orden tu mente desorganizada con tantos pájaros volando por tu cabeza y es el momento en el que deciden posarse y anidar durante una época. Deciden morar allí porque necesitan descansar de volar tanto sin tener un rumbo claro al que partir. Ayer fue también uno de esos días que no cambiarías por nada en el mundo por haberte dado cuenta de tantas cosas, por vaciarte emocionalmente de esos sentimientos que te van matando poco a poco pero que decides que no quieres que te den muerte en vida porque tú quieres seguir  viviendo con lo que tienes, y aprendes que aunque las cosas cambien, y otras evolucionen, tú no puedes cambiar el decurso de los días, cómo van yendo, como van viniendo. Uno de esos días en los que te salen lágrimas, una tras otra, y sientes el llanto como parte tuya, intrínseco a tu ser y decides que es el día para poner orden dentro de un desorden organizado y lo mejor, que habrá otro día, quizás dentro de poco, en el que te pase lo mismo, y te vuelvas a dar cuenta de otras muchas cosas. No es que ayer pasara todo lo que en la vida tenía que pasar, si no que, después de mucho tiempo, ayer fue uno de esos días en los que decides que ya tienes que soltarte, contigo y con tus sentimientos, contigo y con tu vida, tanto en general como en particular, contigo y con vosotros. Ayer fue uno de sus días que a pesar de no tener grandes expectativas, realizaste en cada momento lo que quisiste,  lo que te vino en gana, hablaste más de la cuenta pero también menos de la cuenta. Uno de esos días en los que además te das cuenta que hay relaciones en la vida que ya no te llenan porque ya no forman parte de ti, esos días en los que, aunque suene duro, prefieres tomarte un té con alguien a quien no conozcas tanto, más que con alguien de toda la vida, porque ese "desconocido" te aporta más en dos horas que lo que hace la otra persona en los por ejemplo X  últimos meses. También fue uno de esos días en los que recuerdas porqué eres quien eres, y porqué compartes con qué ciertas personas una relación tan fuerte, tan real, y tan profunda. Unos recuerdos que te ponen la piel de gallina y, que quieres seguir repitiendo una y otra vez, aceptando la evolución, porque son aquellas pequeñas cosas, como diría Serrat, las que te dan la vida, te  dan la chispa y te dan el "flu" que nunca has de perder. Y también, ayer volvió a ser uno de esos días en los que el vértigo que tienes y la incertidumbre que te llena el cuerpo, se quedan fuera de ti durante un rato. En resumidas cuentas, ayer fue uno de esos días en los que te acuestas, y ya no tienes que darle la vuelta a la cabeza, porque durante el día has tenido tiempo para hacerlo, y cierras los ojos y te duermes esperando que al día siguiente sea otro de esos días en los que te levantas pensando que hoy puede ser un gran día, y que éso, sólo dependerá de ti.