martes, 19 de febrero de 2013

muero sin haber nacido

 He muerto sin haber nacido y soy un viejo con piel tersa. Mis arrugas están en mis emociones, decaídas, apagadas, casi fundidas. Como si la luz se hubiera vuelto negra, con destellos grisáceos y mis gafas sin cristales me taparan esta luz opaca. 

 He muerto sin haber nacido y mi vida es inane, tanto que me muevo quieta y no siento mis pulsaciones, ni debajo de un espumoso baño de agua donde te sumerges y oyes todos tus latidos, tus voces y sobre todo tus silencios.

 La inexistencia es lo que queda vivo en mí. 

 Mi vejez aterrizó con demasiada rapidez haciendo sombra a la música de Satie que terminó siendo su compañera más fiel. A veces uno no comprende porqué estas sensaciones invaden el corazón o más bien la mente de uno y hacen tanta huella que consiguen perforar el cerebro hasta el talón del pie derecho, o el izquierdo, qué más da. La sensación es la de ser una infame marioneta manejada por don Nadie. Es como estar quieta y ver todo pasar, ver a todos pasar y lo peor, ver tu vida pasar sin saber qué significa vida cuando encima estás en ella.

 Cómo tenemos la parsimonia de no saber nada y quedarnos inmóviles ante esto. 

...

 Ya sé por qué, porque sino, mueres en vida poco a poco como estoy haciendo. Se me va apagando mi luz y quiero volver a ELLA y a la vez quiero que me deje en paz. Aunque sea yo la que tiene que aceptar que he de ser yo la que la deje en paz y así nacer sin antes haber muerto.